Ya sabía yo que debía volver a instalarme al teclado algún día, aunque fuera diez meses (y una vida entera) después.
Lo que me llamó a volver a escribir fue este fenómeno (¿de qué otra forma llamarlo?) lleno de requests, applications, hugs, gifts y quizzes.
Todo comenzó como un juego, una forma de matar el tiempo muerto de mis horas libres en el trabajo, entre clase y clase, entre pucho y café, con el frío congelándome los huesos y la nostalgia el pensamiento. Una forma nueva de comunicarme con mis más queridos a la distancia (aquellos, claro, que ya habían optado también por jugar el juego), enviando growing gifts o hatching eggs como forma de decir "aquí estoy, y me acuerdo de ti".
Comencé con dos o tres amigos. Luego fueron veinte, y sin darme cuenta he pasado los cien... ¿amigos? Los perfiles más variados han solicitado mi amistad, desde la rubia odiosa que supo comprar a mi mejor amiga con un helado en el recreo a la tierna edad de ocho años, hasta mi propio hermano. Y yo no me he quedado atrás, solicitándosela a infinidad de ex compañeros de curso, sólo por la curiosidad de saber quién tiene guagua, cómo les ha ido y, por qué no decirlo, para comparar su vida con la mía.
Pero hoy me he encontrado con algo que había olvidado, y que no sé si quería encontrar. Me descubrí en la nostalgia de ciertos días colegiales que nunca quise dejar atrás, y me volví a lamentar de haber dejado de ser parte de ellos por mis propios errores. Sin que mis amigos lo sepan he indagado en sus vidas sólo para encontrar huecos en las fotos, huecos que siempre quise rellenar. Volví al pasado, a mi tan accidentado pasado para arrepentirme una vez más por tantas cosas no hechas.
Hay que ser valiente y hay que estar seguro de ser feliz con la vida que se lleva. Digo esto porque con un solo clic nos arriesgamos a comparar nuestra vida con esas más de cien vidas, y podemos encontrarnos con la no muy grata sorpresa de descubrirnos prefiriendo las que vemos más que la que exhibimos en nuestro perfil. Aunque sea por un segundo, y luego nos avergoncemos. Mucho mejor es cuando se esboza una sonrisilla de "y yo que la envidiaba...". Aunque luego nos avergoncemos... otra vez.
También hay que ser cuidadoso. No, nadie tiene más de cien amigos. Al menos no tan cercanos. Muchos de esos perfiles pueden estar investigando en el tuyo y encontrando información que no era precisamente para ellos. Pero es parte del juego. Este otro riesgo que surge al mostrarse desnudo de perfil puede ser divertido de correr, y puede significar un crecimiento que nos permita decir "ya no me importa que vean esa foto" por muy horrible que uno se vea.
Que trabajen los psicoanalistas y todos los profesionales a quienes les compete, porque esto de la exposición cibernética no es un tema menor. Habemos quienes entramos (o caímos) en el juego, y hay quienes aún se mantienen al margen. No estoy yo por la labor de analizar ninguna de las dos opciones ni a quienes las toman, sólo soy un perfil más que exhibe con orgullo su vida, y que puede a veces cometer el error de vulnerar su privacidad jugando con este fuego.
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2 comentarios:
Putas que me gustan tanto tu enjundia como tu estilo (mentan que no se puede separar la forma del fondo). Claro, la Natachita me dijo que el Facebook era como la canción de Roberto Carlos, pero en realidad es como andar voluntariamente exponiendo el poto, cuan redondo y pelado es, en plena plaza, como cuando una sueña que sale a la calle sin calzones o va a hacer clases en camisa de dormir. En efecto, tiene algo de onírico, será por lo cibernético y atemporal, pero es vigilia presente.
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gui
¿Has leido alguna vez el libro o has visto la película 1984? Hasta hace muy poco te podría parecer surrealista e inalcanzable, pero poco a poco y sin darnos cuenta hemos entrado en ese "Gran Hermano". De hecho, plantéate borrarte un día de ahí: ¿lo podrías hacer? ¿por qué cuesta tanto quitarse de ahí, o del fotolog, o del myspace, o del messenger? Y sobre todo, el peligro mayor no es que la gente sepa tu vida, sino que los administradores sepan tu vida. En EEUU ya hay casos de empresas que te miran el Facebook para ver que clase de persona eres y qué aficiones tienes antes de decidir contratarte o no.
Ante esto, lo mejor que puedes hacer cuando estás expuesta en internet ( o ante los demás,en cualquier situación), es no mostrarte a tí misma (lo cual es bueno), sino mostrar a la mejor versión de tí misma (la cual es magnífica,juas)
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